LAS ARMONÍAS WERCKMEISTER, toma 2
Estructuras de movimiento generadas a partir de la toma 2 de la película Las armonías Werckmeister (Werckmeister harmóniák, 2000).
Estructura de movimiento (modelo 3D interactivo)
Esta estructura de movimiento corresponde a la segunda toma de Las armonías Werckmeister (Werckmeister harmóniák, 2000), película del realizador húngaro Béla Tarr, y permite constatar que el movimiento responde coherentemente –en su paulatina y marcada reducción– a la decadencia, concepto axial de la película. La estructura se generó a partir de los 1878 fotogramas de la toma, que equivalen a 1 minuto con 15 segundos, a 25 cuadros por segundo. Fue escalada, en su profundidad (que equivale a la duración de la toma), a 1:4 para evidenciar el patrón de movimiento. La estructura sin escalar, más larga, se puede consultar en la sección de abajo.
La estructura permite ver que, ante la ausencia de diálogos, la toma representa la decadencia mediante un movimiento menguante que –respondiendo al monismo de conjunto eisensteniano– resuena con una cinefotografía en blanco y negro en la que las sombras van ganando terreno, elementos que generan un contrapunto con los sonidos agudos y el crescendo esperanzadores de la música de Mihály Víg.
Toma 2 de Las armonías Werckmeister (Werckmeister harmóniák, 2000)
Además, la estructura de movimiento revela una paradoja importante para el desarrollo conceptual de la película: aunque la acción acaecida en la toma es la del avance de Valuska –el protagonista– por una calle, ese avance prefigura la decadencia, ya que en realidad el movimiento disminuye.
Por supuesto, esta disminución del movimiento recuerda que el movimiento en lo audiovisual es el resultado de una danza entre dos elementos: el movimiento de los elementos escénicos (sujetos, objetos) y el movimiento de la cámara. Esta última, en el caso que nos ocupa, avanza en la misma dirección que el personaje, pero más rápido, generando la reducción de movimiento patente en la estructura de movimiento.
Toma 1 de Las armonías Werckmeister (Werckmeister harmóniák, 2000)
En Las armonías Werckmeister el desplazamiento –cósmico, social e individual– hacia la decadencia está enmarcado en un ciclo vital de muerte y renacimiento, presente también en una narrativa postapocalíptica y una estética decadente. La decadencia, el movimiento y lo cíclico se amalgaman en un sintagma que domina desde la primera toma de la película. En ella, en un bar a la hora de cierre, Valuska escenifica el movimiento de los astros –particularmente un eclipse total– valiéndose de los parroquianos, a quienes asigna el papel del sol, la tierra y la luna. Al desarrollo de esta escenificación responde, sincréticamente, el movimiento –circular, pendular, ascendente y descendente– de la cámara.
El mencionado sintagma también está presente en la armonía musical –propuesta por el teórico musical Andreas Werckmeister– que da título a la película y que es mencionada por un personaje, Árgyelán, como uno de los modelos musicales que –como la música de las esferas pitagórica– suponen una correspondencia entre los intervalos musicales y los naturales. Desde la perspectiva de la teoría de autor, el sintagma en cuestión resuena también con la gran presencia de las ideas de Nietzsche, en particular la noción del eterno retorno, en las películas de Tarr.